Carlos Augusto Evia Cervantes
En una de sus obras, el escritor Eulogio Palma y Palma, hizo referencia al cenote Sambulá, ubicado en la traza urbana de Motul, ciudad que se ubica a unos 40 kilómetros al noreste de Mérida. En realidad en una cueva que tiene un hermoso cuerpo de agua en su interior.
En cuanto a la tradición oral de esta caverna, el autor señala que allí habitaban los aluxes, seres míticos quienes fungían como los guardianes del agua del cenote. La gente bajaba con mucho respeto, pues de lo contrario, las aguas de la cavidad podrían saltar y apresar al transgresor que era arrastrado hasta la profundidad de las mismas. Si la infracción era más grave, entonces el líquido se levantaba como una tromba que salía de la boca del cenote para arrastrar todo lo que estaba cerca.
Palma dice que esta cavidad es una de las creaciones geológicas más interesantes por sus formaciones que adornan su interior. Al entrar por la abertura del descenso, uno queda bajo la techumbre con la escasa luz del exterior. Existe otra fuente de iluminación que cae precisamente de un pozo en el centro del cenote, donde ya son profundas las aguas. Agrega que, en el interior de esta cueva inundada, hay una formación a la que se le denomina “La campana” que consiste es una roca saliente del techo, la cual, al ser golpeada con otra piedra, produce un ruido como el de una campana real. Hay otro sitio al que le dicen “La tambora” donde hay una oquedad; allí el agua choca y produce un sonido similar al instrumento mencionado. Así concluye Eulogio Palma.
Otros relatos recogidos en el sitio consignan que Felipe Carrillo Puerto escogió este lugar para reunirse en secreto con sus colaboradores más allegados y planear las estrategias de la lucha política. En 1997, el señor Carlos Pinto comentó que hace mucho tiempo, cerca del cenote vivía un matrimonio que tenía una hija pequeña y un mal día la niña desapareció. Los padres la buscaron pero no la encontraron. Sin embargo, descubrieron una amplia cueva con agua en el fondo. Entraron a la cavidad, vieron que su espacio interior era muy grande y pensaron que la niña pudo haberse perdido allí. Pasaron los años y la niña no apareció. Desde eso se dice que el cenote tiene dueño y que es el espíritu de la niña que allí se perdió. Esta es la causa por la que todos los que se han ahogado son hombres y ninguna mujer.
Debido a sus cristalinas aguas, el cenote Sambulá, ubicado en la calle 41 entre 24 y 26 de Motul, hoy día es visitado por los habitantes de esta ciudad, por turistas locales, nacionales y de otros países. El Grupo Espeleológico Ajau lo exploró el 16 de diciembre de 2016.